Juana de Arco (1412-1431), llamada la 'Doncella de Orleans', heroína nacional y santa patrona de Francia. Unió a la nación en un momento crítico y dio un giro decisivo a la guerra de los Cien Años, en favor de Francia.
De familia campesina, nació en Domrémy (actual Domrémy-la-Pucelle). Cuando tenía trece años creyó que había oído la voz de Dios, que se repetía en numerosas ocasiones. Más tarde, confesó haber visto a san Miguel y a las primeras mártires santa Catalina de Alejandría y santa Margarita, cuyas voces la acompañarían durante el resto de su vida. A principios de 1429, en plena guerra de los Cien Años y cuando los ingleses estaban a punto de capturar Orleans, esas voces la exhortaron a ayudar al Delfín, más tarde el rey de Francia Carlos VII. Éste aún no había sido coronado rey debido tanto a las luchas internas como a la pretensión inglesa al trono de Francia. Juana pudo convencerle de que ella tenía la misión divina de salvar a Francia. Un grupo de teólogos aprobaron sus peticiones y se le concedieron tropas bajo su mando, con las que condujo al ejército francés a una victoria decisiva sobre los ingleses en Patay, al tiempo que liberaba Orleans.
Aunque Juana había unido a los franceses en torno al Rey y puesto fin a los sueños ingleses de imponer su hegemonía sobre Francia, Carlos VII se opuso a realizar campaña militar alguna contra Inglaterra. Tras ello Juana, sin el apoyo real, dirigió en el año 1430 una operación militar contra los ingleses en Compiègne, cerca de París. Fue capturada por soldados borgoñones que la entregaron a sus aliados ingleses. Éstos la condujeron ante un tribunal eclesiástico en Ruán que la juzgó de herejía y brujería. Tras catorce meses de interrogatorio fue acusada de maldad por vestir ropas masculinas y de herejía por su creencia de que era directamente responsable ante Dios y no ante la Iglesia católica. El tribunal la condenó a muerte, pero al confesar y arrepentirse de sus errores, la sentencia fue conmutada a cadena perpetua. Sin embargo, cuando regresó a la prisión volvió a usar vestidos de hombre por lo que de nuevo fue condenada, esta vez por un tribunal secular, y el 30 de mayo de 1431, enviada a la hoguera en la plaza del Mercado Viejo de Ruán por relapsa (herética reincidente).
Veinticinco años después de su muerte, la Iglesia revisó su caso y la declaró inocente. Fue canonizada en 1920 por el papa Benedicto XV. Su fiesta se celebra el 30 de mayo, día de su ejecución.
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ETIQUETA:PERSONAJES
De familia campesina, nació en Domrémy (actual Domrémy-la-Pucelle). Cuando tenía trece años creyó que había oído la voz de Dios, que se repetía en numerosas ocasiones. Más tarde, confesó haber visto a san Miguel y a las primeras mártires santa Catalina de Alejandría y santa Margarita, cuyas voces la acompañarían durante el resto de su vida. A principios de 1429, en plena guerra de los Cien Años y cuando los ingleses estaban a punto de capturar Orleans, esas voces la exhortaron a ayudar al Delfín, más tarde el rey de Francia Carlos VII. Éste aún no había sido coronado rey debido tanto a las luchas internas como a la pretensión inglesa al trono de Francia. Juana pudo convencerle de que ella tenía la misión divina de salvar a Francia. Un grupo de teólogos aprobaron sus peticiones y se le concedieron tropas bajo su mando, con las que condujo al ejército francés a una victoria decisiva sobre los ingleses en Patay, al tiempo que liberaba Orleans.
Aunque Juana había unido a los franceses en torno al Rey y puesto fin a los sueños ingleses de imponer su hegemonía sobre Francia, Carlos VII se opuso a realizar campaña militar alguna contra Inglaterra. Tras ello Juana, sin el apoyo real, dirigió en el año 1430 una operación militar contra los ingleses en Compiègne, cerca de París. Fue capturada por soldados borgoñones que la entregaron a sus aliados ingleses. Éstos la condujeron ante un tribunal eclesiástico en Ruán que la juzgó de herejía y brujería. Tras catorce meses de interrogatorio fue acusada de maldad por vestir ropas masculinas y de herejía por su creencia de que era directamente responsable ante Dios y no ante la Iglesia católica. El tribunal la condenó a muerte, pero al confesar y arrepentirse de sus errores, la sentencia fue conmutada a cadena perpetua. Sin embargo, cuando regresó a la prisión volvió a usar vestidos de hombre por lo que de nuevo fue condenada, esta vez por un tribunal secular, y el 30 de mayo de 1431, enviada a la hoguera en la plaza del Mercado Viejo de Ruán por relapsa (herética reincidente).
Veinticinco años después de su muerte, la Iglesia revisó su caso y la declaró inocente. Fue canonizada en 1920 por el papa Benedicto XV. Su fiesta se celebra el 30 de mayo, día de su ejecución.
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